Liberarse del temor: Las claves de Epicuro para vivir sin miedo a la muerte
La muerte es una de esas verdades ineludibles que nos golpea desde la niñez, causando angustia y la sensación de fragilidad ante el fin de nuestra existencia. Sin embargo, el filósofo griego Epicuro, una figura revolucionaria de la época helenística, dedicó gran parte de su pensamiento a combatir este miedo irracional, proponiendo una filosofía que busca la paz y el sosiego interior, un estado al que llamó ataraxia. Para Epicuro, la filosofía no era una mera especulación, sino una terapéutica para el alma.
La muerte no es nada para nosotros: El argumento de la ausencia de sensación
El pilar central del pensamiento epicúreo sobre la muerte es la afirmación de que «la muerte no es nada para nosotros». Esta idea se basa en el Argumento de la ausencia de sensación:
• Todo bien y todo mal residen en las sensaciones.
• La muerte es la privación de toda sensación.
• Por lo tanto, la muerte no puede ser algo bueno ni malo para nosotros, ya que no podemos sentirla.
Como explica Epicuro, si la muerte implica la ausencia de sentir, ¿por qué temerle si al final no sentiremos nada? El miedo a la muerte surge de la expectativa de un sufrimiento futuro, no de la muerte en sí misma. Aquello cuya presencia no nos perturba, no tiene sentido que nos angustie durante su espera.
La no coincidencia y la simetría: Otros argumentos epicúreos
Epicuro refuerza su posición con el Argumento de la no coincidencia:
• Mientras existimos, la muerte no está presente.
• Cuando la muerte está presente, nosotros ya no existimos.
• Por lo tanto, la muerte nunca coexiste con nosotros y no puede causarnos ningún daño o miedo justificado.
El poeta romano Lucrecio, seguidor del epicureísmo, añadió el Argumento de la simetría: al igual que no tememos nuestra inexistencia antes de nacer, tampoco deberíamos temer nuestra inexistencia después de morir. La naturaleza nos ofrece en el tiempo pasado un espejo del tiempo futuro después de nuestra muerte, y si nada nos pareció horrible o triste entonces, tampoco debería parecerlo ahora. Para los epicúreos, el miedo a la muerte es un «ansia desmesurada de inmortalidad», una preocupación vana.
La distinción entre «morir» y «la muerte»
Es importante notar que los argumentos epicúreos se centran en el miedo al estado de la muerte (la inexistencia), no al acto o proceso de morir, que puede implicar dolor o sufrimiento. Para el epicureísmo, el miedo al dolor inherente al proceso de morir debe abordarse mediante estrategias que conduzcan a la aponía (ausencia de dolor físico).
En la actualidad, esta distinción es fundamental en los cuidados paliativos, que buscan hacer la muerte lo más cómoda posible mediante el control de síntomas como el dolor, las náuseas y la ansiedad. Incluso existen opciones como la Asistencia Médica en la Muerte (AMM) o la sedación paliativa en algunos lugares para evitar el sufrimiento intenso en enfermedades incurables.
Críticas y la visión epicúrea sobre la duración de la vida
A pesar de la solidez de los argumentos epicúreos, algunas críticas contemporáneas señalan que la muerte podría ser un mal porque nos priva de un futuro bueno o de la realización de nuestros proyectos. También se argumenta que una persona puede sufrir un «daño póstumo» si su reputación o legado se ven afectados después de su muerte, incluso si ya no es un «sujeto de experiencia».
Sin embargo, Epicuro replicaría que la duración de la vida no es lo importante; lo que hay que buscar es el tiempo más placentero, no el más largo. La filosofía epicúrea valora más la intensidad del placer en la vida que su extensión. Esto implica un enfoque en disfrutar el momento presente y no angustiarse por un futuro incierto o la interrupción de planes.
El Tetrafármaco y la vida feliz
La filosofía de Epicuro se resume en el Tetrafármaco o «remedio en cuatro partes», una guía para la felicidad que busca eliminar las ansiedades existenciales:
• No temas a los dioses: Los dioses existen, pero son seres dichosos e incorruptibles que no intervienen en los asuntos humanos ni causan males, por lo que no hay razón para temer su ira o benevolencia. Son modelos de virtud y excelencia a imitar.
• No te preocupes por la muerte: Como ya se mencionó, la muerte no es nada para nosotros.
• Lo que es bueno es fácil de conseguir: La naturaleza reclama cosas fáciles de obtener, y los placeres más grandes provienen de satisfacer necesidades básicas como el pan y el agua, o la amistad, que son accesibles. La autarquía (autosuficiencia) es un gran bien.
• Lo que es terrible es fácil de soportar: El dolor, especialmente el agudo, no dura mucho tiempo, y el sufrimiento que es crónico e intenso es inusual. Al entender los límites del dolor, se reduce la ansiedad.
Para Epicuro, la felicidad se alcanza a través de la prudencia, la virtud más elevada y necesaria. Esta nos permite hacer un «cálculo del placer», evaluando las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones para maximizar la felicidad y minimizar el sufrimiento. La moderación en los deseos es clave, centrándose en los deseos naturales y necesarios, y evitando los artificiales que solo generan más inquietud.
Además, Epicuro valoraba enormemente la amistad como pilar fundamental de la justicia social y fuente de gran satisfacción, promoviendo un sentido de comunidad y cooperación. Su escuela, El Jardín, era un espacio inclusivo donde se aceptaban personas de todas las clases sociales y géneros, desafiando las normas de su tiempo.
En resumen, el miedo a la muerte, para Epicuro, deriva de una falta de comprensión y de un anhelo irracional de inmortalidad. Al asimilar que la muerte es la ausencia de sensación y que nunca coexistimos con ella, podemos liberarnos de esa angustia y concentrarnos en vivir una vida plena y placentera, cultivando la serenidad (ataraxia) a través de la prudencia, la moderación, los placeres sencillos y la amistad. Como él mismo decía, quien vive entre bienes imperecederos, vive como un dios entre los hombres, sin turbación ni despierto ni en sueños.